EL QUE DA PRIMERO...
La ya vieja “Nueva Economía” ha supuesto cambios interesantes en cuestiones centenarias, como por ejemplo en los refranes más tradicionales. Aquel clásico de “el que da primero da dos veces” ha evolucionado, pues la experiencia de estos últimos años nos ha enseñado que “EL QUE DA PRIMERO, SE LA DA PRIMERO”, rompiendo así con siglos de sabiduría tradicional.
Si algo podemos aprender de la reciente lección es que ser el primero en tener un portal, sin saber aún cómo funciona el invento, cómo lo asume el mercado o, más esencial, cómo retornará la inversión, es una locura digna del mismísimo Nerón. Eso se salta todas las reglas de los negocios, que desde hace mucho tiempo ya usa un nuevo refrán: "EL QUE DA SEGUNDO YA SABE COMO DAR". No hay novedad aquí, y el ejemplo lo tenemos sobre la mesa en todos los chiringuitoa que se precien de merecer tal nombre (me refiero a los de playa, los de la paella, no a los otros), se trata de La Casera, que no fue, ni de lejos, la primera gaseosa, ni la segunda, ni la tercera, pero "llegó, vio y venció" (por cierto, este dicho también tiene ya algún tiempo). Lo mismo podríamos decir de Danone, y tantos otros..
Pero si lo aplicamos al nuevo mundo de internet, el saber esperar, estar por ahí, mirar, aprender, pensar y finalmente apostar a ganador, es todo un arte digno de los más grandes reyes, líderes y emprendedores. Muchos bancos se lanzaron al vacío de internet sin saber si abajo había agua o tierra. Al final había un poco de todo, es decir, un barrizal de mucho cuidado en el que más de uno acabó hasta el cuello. El mercado, aunque cada vez es más ágil, aún no es tan rápido en asumir las nuevas tecnologías, lo vimos con el teléfono móvil, que empezó como una moda exclusiva solo para yupies, a finales de los ochenta, para acabar masificándose desde mediados de los noventa en un tiempo record, record que llevó casi diez años. El ordenador personal ya estaba al alcance de cualquiera a mediados de los ochenta, y sólo al principio de los noventa comenzó a extenderse masivamente. Internet en su formato actual empezó a verse en las primeras empresas de España hacia el 95. Aún recuerdo que entonces recibíamos un e-mail cada dos días, más o menos. Desde 2000 despegó hasta ser un canal ya tan imprescindible como el propio móvil. Parece que si observamos las tendencias que siguen las implantaciones de nuevas tecnologías, contamos con un margen de entre tres y cinco años para esperar a que se la den los pioneros y entrar directamente con lo que ya hemos visto que puede funcionar, sin los errores que "amablemente" nos habrán mostrado los competidores, y con nuestras arcas aún intactas, sin las mermas brutales de los que quisieron ser los primeros a toda costa, y nunca mejor dicho.
La ventaja que ofrece el mundo de las WEBs es que ni siquiera se necesita tecnología excepcional como ocurriera con los ordenadores o los móviles. El producto, o mejor dicho, el canal vía internet, se crea sobre la nada en muy poco tiempo, y es perfectamente asequible para cualquiera. Los que gastaron ingentes cantidades de dinero en crear unos portales ruinosos ya podrían haber invertido la mitad de ese presupuesto en preparar a su personal para vender más y mejor, en organizar una fuerza comercial capaz de dar soporte de alto nivel al nuevo canal, ya que "invertir para alejar a los clientes de la tienda" es algo capaz de provocar un infarto a cualquier empresario. Y así lo ha planteado más de una empresa, y más de un banco: "hagamos que el cliente no venga a la oficina, reduzcamos personal de atención al cliente, dejemos que consulte por internet y así no nos dé la lata, y ahorraremos una barbaridad.
Aquí llegamos a otro de los grandes cambios que ha provocado todo esto. Inicialmente se esgrimió el término: "la tecnología permitirá hacer más con menos". La realidad ha demostrado que eso era una gran falacia. Si ponemos medios maravillosos que mejoran el rendimiento, y al tiempo aprovechamos esto para reducir personal no logramos hacer más con menos, por una simple cuenta de la vieja sale que: HACEMOS LO MISMO CON MENOS. Pues apañados estamos, el invento se nos cae encima.
Si utilizamos la red para prescindir de personal no haremos más que cambiar un canal de contacto por otro, parece ser que más barato, y de dudosa eficacia comercial. ¿Hay otra alternativa para plantear el uso de la tecnologías para mejorar la eficacia en las empresas? ¿Y usarla para HACER MAS CON LOS MISMOS, original, verdad?. Se trata de aprovechar todo el esfuerzo que libere el nuevo canal para reforzar el empuje comercial de la empresa, la calidad de atención al cliente y la agilidad en la gestión.
Bienvenidos los nuevos medios, todo aquello que ayude a ser más eficaz y más competitivo. Ahora sólo queda lo más difícil, lo que siempre, desde hace siglos ha supuesto el verdadero reto de la tecnología: saber usarla de forma inteligente.
De eso también hay algún que otro ejemplillo en el pasado. Si todos los avances en diseño naval y navegación que disponía la corona se hubieran utilizado en otras cuestiones, en vez de hacer el ridículo más espantoso con la Armada Invencible, otro gallo nos cantaría ahora. Entonces, el empecinamiento de un dirigente con la mejor tecnología y el dinero necesario en sus manos, logró que un país que tuvo la oportunidad de ser una de las primeras potencias mundiales, sea hoy solo un digno segundón. Más de un proyecto de la reciente era internet me recuerda a ese bochornoso dispendio y derroche de mediocridad.
La pelota está en el tejado de los dirigentes, los que deben decidir cómo emplear los medios actuales de la forma más eficaz y rentable. De entrada, ahí queda el nuevo refrán a añadir a la colección que año tras año, siglo tras siglo, acumula la sabiduría popular:
"En los nuevos negocios, el que da primero, se la da primero; el que da segundo da mejor y le cuesta menos."
Paco Muro
Presidente Ejecutivo de Otto Walter
Publicado en Expansión
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