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Bloguería de Paco Muro

HACE 50 AÑOS...

Hace apenas medio siglo las cosas eran de otra manera. Las empresas eran “para toda la vida”, o al menos eso se creía. Los de arriba eran los de arriba y los de debajo de abajo.

 
 

El gran jefe era “Don Manuel”, con todo el boato, respeto y temor que el gran jefe merecía, y los obreros le reverenciaban por el mero hecho de haberles dado el puesto de trabajo. Los jefes mandaban mucho, y los demás eran mandados. Era de lo más natural oír a un directivo la frase “a usted no le pagan por pensar” o “haga lo que le he dicho y punto” y todos tan contentos. Vamos que casi era un descanso, uno hacía lo que le ordenaban y ya cumplía perfectamente. Era esa época de jefatura paternalista donde los galones eran suficientes para que los demás obedecieran. La cultura de que “el jefe hace y dice lo que le da la gana, que para eso es el jefe” era perfectamente asumida por todos.

 El que mandaba tenía el poder y los conocimientos, y los “mandados” hacían lo que se les decía sin rechistar. Las mujeres apenas estaban en el mundo laboral, y mucho menos se contemplaba la posibilidad de que ocuparan puestos de responsabilidad. Vamos, cabe recordar que entonces ¡ni se imaginaba que condujeran un coche! Era otro mundo, otro código y otra cultura. El mercado admitía mucho y los monopolios hacían que la competitividad fuera algo secundario. Era más importante y rentable mejorar los procesos de producción o el aspecto financiero que la gestión de personas. ¿Buena o mala gestión, mejor o peor? Ya no es momento para juzgarlo, simplemente es lo que había y a su modo, en esa época, funcionaba. Probablemente dentro de otros 50 años los parámetros de hoy resultarán ridículos para la realidad empresarial, laboral y social que habrá.

 Hoy, 50 años después el mundo de la gestión de personas es otro. Los jefes deben dirigir a personas muy preparadas, a menudo con más conocimientos técnicos, de informática o idiomas que ellos. Las empresas ya no pueden ofrecer puestos de por vida, porque ni siquiera saben si sobrevivirán ellas mismas. Hoy, en el fondo, todos somos trabajadores temporales, unos con contrato “fijo” y el resto ni siquiera eso. El jefe ya no puede hacer las cosas como le dé la gana; si quiere activar el talento de su equipo debe hacer lo que debe hacer, y además COMO DEBE hacerlo, sino el colaborador deja de aportar el máximo. El arriba y abajo es casi inexistente, las relaciones son más fluidas y sin sumisión de nadie con nadie. Las relaciones personales quizá se hayan enfriado, pero a cambio las profesionales han tenido una enorme evolución de calidad. Las PERSONAS han pasado a ser protagonistas, las mujeres se han incorporado a la empresa y al empresariado y hoy ya nadie entendería otra cosa. La conciliación con la calidad de vida son temas que se tratan ahora como reto a lograr y eso de “te debes a la empresa y debes vivir para ella” ha pasado a la historia. Hoy la realidad se aproxima más a un nuevo paradigma en el que la empresa y los profesionales están en paz, la una paga y trata bien y los otros cumplen con su función y aportan el valor esperado, así que nadie se debe nada mutuamente.

 Todos los trabajadores tienen una serie de derechos, como son las vacaciones, un sueldo, unas condiciones de trabajo e incluso hoy tenemos el DERECHO A SER BIEN DIRIGIDOS. A cambio la empresa que cumple tiene el derecho a exigirnos un buen rendimiento, que asumamos los valores y normas que definen su cultura, a elegir a sus trabajadores y a evolucionar como estime conveniente siendo la obligación de todos los trabajadores de evolucionar con ella. Todo es más claro y más transparente. La calidad de dirección de personas puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en una empresa. El mercado es muy competitivo y rápido, casi no quedan monopolios, y ahora o eres bueno o desapareces. Y para ello la gestión de personas se ha convertido en el gran valor diferencial, porque mejorar la productividad, hacer más con menos, ser más innovador, tener mayor orientación y calidad comercial, ganarse a los clientes y mantenerlos, aplicar las nuevas tecnologías, ser ágil en los cambios y todo eso que se necesita para sobrevivir y mejorar lo hacen y lo dirigen las personas.

 Hoy vivimos en un mundo de oportunidades donde cualquiera que se lo proponga y haga las cosas adecuadas puede alcanzar la meta que se marque. Hay multinacionales españolas como nunca, hay un mercado global en el que el mundo es mi cliente potencial. En definitiva, estamos en España ante el principio de unos próximos 50 años apasionantes en los que las personas, y por tanto la gestión del talento serán más protagonistas que nunca.

 Y no vale eso de decir que antes había más compromiso y más dedicación al trabajo, etc, etc. Para cada generación, la siguiente es una descastada que está perdiendo los valores. Siempre se dice lo mismo y al final siempre la siguiente generación logra un mundo mejor. A pesar de la crisis actual vivimos en una sociedad con un nivel de bienestar jamás conocido antes en España. Como dice mi padre, con ochenta y tres años: ¡crisis la guerra civil, esto son tonterías! Conclusión: que la historia demuestra que lo que viene siempre va a mejor, y que los nuevos modelos que tanto escandalizan a las generaciones anteriores acaban resultando estupendos y ofreciendo ventajas e inconvenientes, como siempre ha sido, pero evolucionando a una España mejor, más avanzada, más abierta al mundo y más capaz.

 Quisiera acabar estas líneas enviando mi admiración y mi respeto a todos los profesionales y los padres y madres que en estos 50 años han contribuido a crear esta sociedad mejor en la que vivimos, y animar a todos los que ahora nos toca construir los próximos 50 años a que estemos a su altura y seamos capaces de dejar preparado este país para un desarrollo tan extraordinario como el que hemos disfrutado nosotros. Muchas gracias, sois unos fenómenos y no hay quien reconozca este país de lo que era a lo que es. Bravo por todos los héroes silenciosos que con muchos menos medios y oportunidades han hecho posible estos 50 años. Así que menos no vale cuestionar lo que viene ni lo que hay. Lo que hay que hacer es trabajar para dejar esta España nuestra mucho mejor dentro de otros cincuenta. 

 

Paco Muro. Presidente Ejecutivo de Otto Walter España.

Publicado en Diario Expansión en su 50º aniversario.

 

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