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Bloguería de Paco Muro

FELICACIA

Felicacia, ese camino interior que merece la pena transitar.

 
 

A nivel individual la felicidad podría definirse como un estado de ánimo, una manera armoniosa de vivir y de estar en el trabajo o en cualquier organización, en la que uno se siente bien consigo mismo y con su entorno y aporta su mejor nivel profesional.

Lograrlo en toda la empresa consiguiendo que conviva y que forme parte de un clima de alto rendimiento, de alta eficacia, es algo mucho más difícil de encontrar o crear; porque requiere un equilibrio riguroso de varios elementos. Y, como todo “equilibrio” lleva asociado, es algo enormemente inestable y lo fácil es desequilibrarlo, estropearlo.

Algunos han definido la eficacia como el mero cumplimiento de objetivos. Pero la eficacia es mucho más, es lograr excelentes resultados con el máximo aprovechamiento de los medios y recursos disponibles, en el mínimo tiempo.

La eficiencia en términos de trabajo es también el cumplimiento con calidad de los procedimientos marcados al mínimo coste. Por tanto, la eficiencia conjunta y armonizada de todos acaba propiciando la eficacia.

La Felicacia empresarial sería, por tanto, lograr un alto rendimiento y excelentes resultados con los medios disponibles, en el mínimo tiempo, logrando que las personas que participan en ese éxito común se sientan felices, tanto por pertenecer a ese equipo, como por la satisfacción de su aportación, la de su empresa y la de sus efes. ¡Ahí es nada!

 

La felicacia en las dificultades.

La felicacia también tiene que convivir y superar momentos de máxima adversidad. Ser felicaz no significa vivir en un mundo sin problemas y dificultades. Ese mundo no sería real, pero permite vivir esos momentos de otra forma.

¿Cómo mantenerse en entornos difíciles? La verdadera felicacia cobra todo su valor cuando las cosas se ponen mal, cuando las tempestades acechan y los caminos se empinan. Les comparto dos reflexiones para afrontar estas situaciones desde un enfoque felicaz.

Cuando la vida se tuerce.

En esos momentos de adversidad inesperada, la desesperación acampa y crece el sentimiento de culpa. ¿Qué hice mal? ¿Por qué no he sido capaz de evitar que sucediera esto? Y nos torturamos a nosotros mismos mientras deseamos que todo vuelva a ser como era.

Cuando todo se derrumba hay que cambiar de mirada y enfocar de otra manera. La felicacia requiere de armonía interior, de paz espiritual, de ganas de vivir, de actuar y de construir, y todo eso se destruye cuando uno deja que le invada la desesperación. Por eso, para mantener o recuperar la felicacia, es necesario empezar por no empeñarse en buscar culpas en el interior de uno mismo, esto ni ayuda, ni aporta nada.

El primer paso de toda superación es aceptar la nueva realidad y, desde ahí, mirar solo hacia adelante y no más hacia el pasado. Es cuestión de determinación personal:

“Hoy, aquí y desde ahora, tomo la determinación de cambiar el foco de mi mente y con la mayor rapidez posible agarrar de nuevo las riendas de mi vida, de mi destino, empezando por asumir que ahora las cosas están así, y que este es mi nuevo punto de partida.

Tomo la determinación de poner toda mi mente y mi espíritu en planificar y decidir los siguientes pasos para continuar, lo que está en mi mano hacer y cambiar, y no dedicar ni un segundo más en machacarme por lo que pude hacer y no hice, o lo que debí haber visto y no vi. Estos pensamientos represivos son destructivos, consumen mucha energía y restan mucho de forma inútil.

Hoy tomo la determinación de no dejar que la tristeza y la agonía me invadan. Fijo mi mirada y mis energías siempre en la salida, sólo en las acciones que me llevarán a esa nueva vida por descubrir y disfrutar, la que empieza hoy desde aquí. En este instante tomo la determinación de reactivar la mente creadora.”

Actívate, levántate y anda con decisión hacia cosas nuevas, porque avanzando encontrarás tu nuevo destino, ese que hará que agradezcas el cambio de hoy que te permitió reconducir las cosas para encontrar esa vida mejor que ni imaginabas poder alcanzar, que ni sabías que estaba a tu alcance. Y así, la felicacia resurge y se convierte en palanca de cambio y de progreso. En la vida hay que aprender a atravesar el “desierto de las dificultades”, pues aparecerá en algún momento y los felicaces debemos estar preparados para gestionar la travesía. Ser felicaz no te salva de entornos hostiles, ni de tener que atravesar momentos de grandes problemas y reveses.

 

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